Infancia y juventud en Cuba: derechos negados bajo el socialismo real

 Por Librado Linares.


 Propaganda vs. realidad

El régimen cubano desplegó un aparato mediático en el Día Mundial de la Infancia, exaltando el llamado Código de la Niñez, las Adolescencias y las Juventudes como paradigma de modernidad. Sin embargo, la realidad contradice esa narrativa: niños y adolescentes han sido arrestados, procesados y encarcelados por ejercer derechos fundamentales durante las protestas del 11J y en otros eventos. 


La propaganda oficial se presenta como garante de derechos, pero en la práctica viola la Declaración de los Derechos del Niño (1959) y la Convención sobre los Derechos del Niño (1989), que reconocen a los menores como sujetos de derecho, con libertad de expresión, conciencia y participación en la vida pública. 


Derechos internacionales vs. represión

- Artículo 12 de la Convención: los niños tienen derecho a expresar su opinión libremente en asuntos que les afectan. 

- Artículo 13: se garantiza la libertad de expresión, búsqueda y difusión de ideas. 
- Artículo 15: se reconoce la libertad de asociación y reunión pacífica. 

La represión contra adolescentes que se manifestaron pacíficamente contradice de manera directa estos principios. 


Educación y adoctrinamiento


El sistema educativo cubano, desde el preescolar hasta la universidad, está diseñado para el adoctrinamiento político. Los estudiantes son obligados a participar en movilizaciones que legitiman al castrismo y a transitar por un currículo que limita el pensamiento crítico. 


El pedagogo José de la Luz y Caballero advertía: “Instruir puede cualquiera, educar solo quien sea un evangelio vivo.” La educación en Cuba, lejos de formar ciudadanos libres, busca moldear individuos dóciles y acríticos. 


Crisis sistémica y daño antropológico

La niñez y juventud cubanas son víctimas de una crisis estructural que se manifiesta en múltiples dimensiones: 

- Mala alimentación y desnutrición que afectan el desarrollo físico y cognitivo. 

- Caída en picada del proceso docente-educativo, con escuelas deterioradas y programas centrados en la ideología. 

- Precarización del servicio de salud, con escasez de medicamentos e insumos básicos. 

- Tiempo libre manipulado, donde la recreación está subordinada a la propaganda oficial. 

- Familias disfuncionales, resultado de pobreza, migración forzada y represión política. 


Todo ello conspira contra la posibilidad de que niños y adolescentes decidan un estilo de vida saludable y autónomo. 


Conclusión

No se puede hablar de derechos de la infancia y juventud en Cuba mientras se les niega la libertad de expresión, se les encarcela por disentir, se les somete a un sistema educativo adoctrinador y se les condena a la precariedad material y espiritual. 


Como escribió José Martí en La Edad de Oro: “Los niños son la esperanza del mundo.” 
En Cuba, esa esperanza está siendo sofocada por un modelo que produce obediencia en lugar de ciudadanía, y que genera un daño antropológico profundo. 


 Con niños, adolescentes y jóvenes moldeados por las concepciones castristas, la nación no arribará a puerto seguro.

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