🧠 Del marxismo al sofrito ideológico: el ropaje cambiante del castrismo

Por Librado Linares Garcia

El castrismo ha sido muchas cosas, pero nunca coherente. A lo largo de seis décadas, ha mutado su ropaje ideológico según conveniencias geopolíticas, necesidades internas y alianzas estratégicas. Lo que comenzó como una adhesión al marxismo-leninismo ha devenido en un amasijo doctrinal donde conviven discursos kilométricos, fórmulas vacías y ahora, la llamada Gobernanza Global de Xi Jinping. 📚 Marx, Lenin, Mao… ¿y ahora Xi? El marxismo proponía la emancipación de la clase trabajadora mediante la abolición de la propiedad privada y la construcción de una sociedad sin clases. Lenin le incorporó el concepto de vanguardia revolucionaria, justificando el partido único y la dictadura del proletariado. Mao introdujo el culto al líder, la movilización permanente y la revolución cultural como mecanismo de control. El castrismo adoptó estos elementos, pero los vació de contenido. Lo que en Marx era crítica estructural, en Fidel Castro se convirtió en retórica interminable, sin densidad teórica ni rigor conceptual. Su “pensamiento” —refrendado en la Constitución de 2019 junto a Marx y Lenin— no es más que un sofrito ideológico: discursos, entrevistas, arengas, frases sueltas. No hay sistema. No hay método. No hay teoría. Ahora, el régimen abraza la Gobernanza Global de Xi Jinping, una propuesta que busca redefinir el orden internacional desde una lógica no occidental. En su narrativa oficial, esta iniciativa promueve los bienes públicos, así como una agenda ambiental y social, conciliándolos con los "derechos humanos" y el autogobierno, en un marco de respeto mutuo, estabilidad política y cooperación Sur–Sur. Pero en la práctica, esta conciliación es retórica diplomática. En los países donde se ha aplicado, los derechos individuales son subordinados al control estatal, y el autogobierno se reduce a obediencia vertical. Su adopción por parte de Cuba es abiertamente inconstitucional, pues contradice el marco doctrinal refrendado en la Carta Magna. 🧩 Denominadores comunes: autoritarismo, totalitarismo, populismo A pesar de sus cambios de ropaje, el castrismo mantiene tres constantes: - Autoritarismo: concentración del poder, represión de la disidencia, negación de la pluralidad política. - Totalitarismo: control sobre la cultura, la educación, los medios, la economía y la vida cotidiana. - Populismo: apelación emocional al pueblo, construcción de enemigos externos, promesas sin sustento. Estas constantes atraviesan todas sus fases: desde la “revolución socialista” hasta la “resistencia creativa”, desde el “pensamiento fidelista” hasta la “gobernanza global.